domingo, 21 de noviembre de 2010

¿quién precisa a los varones?

A principios del siglo XXII, algunas comunidades humanas, especialmente las de los planetas colonizados más lejanos, decidieron volverse exclusivamente femeninas.

Las mujeres ya superaban ampliamente en número a los hombres y esto era especialmente notorio en las clases dirigentes. Además, a esa altura de la evolución tecnológica hacía mucho que los varones no eran necesarios ni para la reproducción ni para el placer sexual. La partenogénesis era una realidad y la creatividad sexual había ampliado mucho las posibilidades. De hecho, el gusto por el sexo con varones reales era  una rareza de minorías. Incluso para esas aficionadas a los varones, las posibilidades de sexo virtual superaban ampliamente las limitadas habilidades de los varones de carne y hueso.

Los buenos resultados iniciales sorprendieron a los más optimistas. Las nuevas comunidades de mujeres resultaron más eficientes y menos conflictivas. Al tiempo los índices de salud y economía se dispararon. Los humanos en todo el universo ya se imaginaban a los varones como piezas de museo.

Cuando las primeras comunidades exclusivamente femeninas ya tenían unos 20 años, en algún lugar del universo ocurrió un cataclismo profundo y sus repercusiones en los humanos no se hicieron esperar. Miles de comunidades a lo largo del universo debieron enfrentar situaciones planetarias extremas que afectaron fuertemente sus modos de vida.

De una forma u otra, cada grupo se defendió a su manera. Adaptándose y luchando trataron de salir adelante. Sin embargo, muchos no lo lograron. Colonias y hasta planetas enteros debieron ser abandonados.

Cuando llegó el momento de evaluar fue notorio que las comunidades exclusivamente femeninas habían llevado la peor parte. Las más eficientes y las menos conflictivas también habían sido las menos adaptables y las que tenían menos capacidad de enfrentar lo nuevo.

Después de todo, los varones todavía tenían un lugar entre los humanos. Aunque fuera simplemente por una cuestión de biodiversidad.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Juegos sexuales

 
- ¡50 años! ¡Hoy quiero que tengas 50 años!
- ¡Como te gusta esa edad! Bueno, ¿que más? ¿alta, baja?
- Bajita, morocha, asiática, de pelo largo y con algunos pequeños tatuajes en la espalda...
- Pero como estamos...cuantos detalles. Bueno, yo también quiero elegir...quiero algo nórdico, bastante juvenil, atlético, una espalda grande, no mucho vello...
- Color de ojos, pelo?
- mmm... no se... te lo dejo a tu elección


Los dos miembros de la feliz pareja se fueron a su lado de la casa y se aprovecharon de las ultimas tecnologías en cosmética. En realidad, la nueva ciencia se llamaba morfogénesis y era mucho más que un cambio superficial. Era la posibilidad de verse, escucharse, oler y saber "a la carte" cambiando libre y reversiblemente.


- ¡Eso! ¡Justo lo que quería!
- A mi también me gusta lo que veo. Vamos a probarlo...


Sin embargo, despues de tanta supuesta fantasía, el sexo fue correcto y adecuado... nada más. Media hora después, la charla tenía un tono melancólico. Ella hizo una pregunta que parecía surgida del fondo de los siglos:


- decime... ¿a vos te importo yo? Me refiero, ¿te importa lo que yo realmente soy?


El no contestó, aburrido. Quiso poner algo de música antigua y en el aire empezó a sonar un clásico del siglo XX:


"despierto en una erótica caricia y sin amanecer me estoy quemando. Ruego que antes del fin de la delicia, la luz me diga a quien estoy amando"