lunes, 3 de junio de 2019

No vuelvas

No vuelvas más! Gryitó el muchacho y ella se fue llorando.
No vuelvas más! Gritó el cuarentón y despertó angustiado por la pesadilla.
No vuelvas más! Gritó el anciano a la vieja fotografía que nunca pudo sacar de abajo del vidrio de su mesa de luz.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Reciclados

Decían los sabios que la mayor parte de aquel enorme planeta era desierto y que toda la vida transcurría alrededor de la carretera. Esta era a la vez el lugar y el motivo de la vida de sus habitantes, pues tenía en un extremo la fuente de alimentos y en el otro el tiradero de sus residuos.

Así la vida de aquella civilización pasaba, por así decirlo, viajando entre el comedor y el baño. El bosque de los alimentos era la parte más feliz del planeta y ningún habitante se interesaba por lo que podría haber más allá.

Con los años, se habían adentrado más y más consumiendo y haciendo retroceder al bosque pero este parecía no tener fin. Las reglas sociales eran muy estrictas y nadie se habría atrevido a tirar residuos en otro lugar que no fuera el tiradero. Cada día recorrían la carretera hasta el otro extremo y se volvían lo más rápido posible de aquel lugar feo y maloliente. Al paso del tiempo el tiradero crecía pero sin embargo parecía que nunca se acercaba.

En el medio de aquellos puntos extremos aquellos seres se reproducían, criaban sus pequeños, festejaban, lloraban y dormían...ah! y a veces contaban historias. Contar historias era una de las cosas que más le gustaban.

La historia preferida de aquel mundo contaba que del otro lado del tiradero había unos seres monstruosos que vivían de comer los residuos. Por supuesto, esa era una historia inventada para asustar a los pequeños, pues nadie nunca había atravesado el inmemorial tiradero.

Si lo hubieran hecho se habrían encontrado con unos seres que vivían alrededor de otra carretera. Era verdad que comían en el tiradero, pero ellos le llamaban bosque de alimentos y cada día lo consumían y se maravillaban de que nunca se acababa. 

Esos otros seres viajaban por su carretera y llevaban sus residuos al otro lado del planeta donde "su" tiradero también crecía sin agobiarlos. 

Lo más raro era que en la mitología de ese otro pueblo se hablaba de otros seres, que vivían de este lado, alrededor de una carretera y que...

jueves, 2 de febrero de 2012

Sebastián a través del agujero



Sus nietos tenían la costumbre de buscar cosas raras y curiosas en Internet. Y lo que le mostraron aquel día le cambió la vida. Mejor dicho, le decidió a terminar con su vida.

Pero no fue algo triste o dramático lo que le mostraron. No. 



Más bien le demostraron que el  sueño tanta veces soñado podía ser real.

Porque el abuelo Sebastián llevaba años soñando que navegaba en un lago tranquilo y de pronto caía en un enorme hoyo, como si fuera el agujero de la pileta cuando sacamos el tapón. Pero esa caída era placentera, aliviante (porque lo aliviaba de sus dolores) y alivianante (porque lo convertía en un ser sin gravedad, era una caída en la que casi flotaba).

Desde hacía tiempo que con esa imagen cada noche se dormía feliz y cada mañana lamentaba tener que volver al mundo real de su cuerpo pesado y sus dolores.

Por eso, cuando su nieto Martín le mostró el "Monticello Dam" en California, supo que tenía que ir y hacer su sueño realidad.
....

Por supuesto que acercarse al gigantesco agujero en medio de aquel lago artificial no le fue nada fácil. Hubo que inventar excusas en la familia, sobornar a funcionarios para obtener permisos y finalmente escapar de los guardias.

En otro momento de la vida de Sebastián aquello hubieran sido aventuras dignas de detallar, sin embargo ahora eran como el preludio de lo verdaderamente importante. Como el prólogo de su novela maestra escrita por otro autor muy menor. Lo verdadero estaba adelante, estaba dentro de aquel agujero.

Por eso solo vale la pena contar que finalmente llegó. Tal cual en sus sueños, solo en su pequeño bote se dejó arrastrar por el gigantesco vórtice. Y tal cual en sus sueños, disfrutó y flotó. Flotó y disfrutó.
....

Cuando horas después lo reanimaron, el los miraba con una sonrisa profunda. Sus familiares  le querían explicar que casi había muerto, que los mecanismos de seguridad del agujero artificial lo habían salvado y que solo como un milagro  podía explicarse que no se hubiera ahogado.

El no decía nada pero tenía la convicción que estaba del otro lado del agujero. En un mundo espejo donde esta gente (los familiares de su doble quizá?) no se daba cuenta que el venía desde el otro lado.

Igual poco importaba. Ya sabía que su doble había pasado al otro lado (a su mundo) cruzándose con el y que solo hubo un momento donde el se encontró con sí mismo. Solo un momento, adentro del agujero.

Y toda la vida había valido la pena por ese momento.

sábado, 13 de agosto de 2011

Sin darse cuenta


Cuando la hormiga llegó hasta el punto donde la estepa se convertía en desierto, no se dio cuenta que aquella plantita había colonizado un suelo verdaderamente inhóspito. La planta había tenido una vida difícil, pero había logrado adaptarse al más salino de los suelos y a los vientos cálidos y secos. Cuando por fin había logrado extender sus hojas para alimentarse de la energía del sol, llegó la hormiga y en unas horas acabó con el desarrollo que había llevado años.

La hormiga llevó sus pedacitos de planta al nuevo hormiguero. Junto con cien mil hormigas más recorrían hectáreas de estepa para llevar alimento a su colonia. Colonia que estaba a medio camino entre la casa del hombre y su gallinero. Un día el hombre decidió limpiar el camino y no se dio cuenta que con su limpieza desbarataba miles de pequeños esfuerzos. La escoba barrió con depósitos de alimentos, plantíos microscópicos de hongos, el cadáver de la reina y cientos de larvas y huevitos. El hombre se limpió el sudor, cansado de trabajar.

Al hombre le daba mucho trabajo aquel pedazo de tierra. Pero el y su familia amaban aquel paraje como el más preciado. Aquella región que los turistas solo veían como un desolado paisaje al costado de la carretera había sido el hogar de sus ancestros, era el de ellos y esperaban que fuera el de sus hijos. De nada de esto se dio cuenta el gobierno cuando eligió ese terreno entre los que se usarían para las excavaciones en busca de minerales. La nueva riqueza parecía al alcance de la mano y ya había muchos planes para su utilización. Cuando las excavadoras llegaron, no hicieron mucha diferencia entre lo que había sido una casa, un patio o un gallinero.

Bienintencionado como pocos, aquel gobierno invertiría lo obtenido en salud, educación y ayuda a los más pobres. Después de años de olvido, era el momento justo para acordarse de los sectores más necesitados. Los precios internacionales de los minerales no paraban de subir y para aquel pequeño país era la oportunidad de dar el gran salto al desarrollo. En el otro lado del mundo, sin embargo, los todopoderosos de los centros financieros movían las piezas sin darse cuenta de sus consecuencias. Y en un intento más por salvar al sistema financiero global tomaron decisiones que dejaron fuera del mercado a varios pequeños países jugados al comercio de metales. Ni siquiera se enteraron que, con la salida del mercado, aquel país condenaba a una generación entera al subempleo, se iban a la basura los planes de ayuda a pobres y la educación volvía a ser un privilegio muy minoritario.

A una distancia miles de veces mayor que la que separaba al pequeño país de los centros financieros, otros seres tomaban decisiones. A ellos tampoco les importaba toda la historia acumulada en el tercer planeta del sistema solar. Urgidos por su día a día  decidieron terminar con ese y con otro miles de planetas. Ellos tampoco se daban cuenta.

viernes, 24 de junio de 2011

Incomunicados



1.

Al principio fue un tema que salía en los titulares de los diarios. Unas semanas después, sin embargo, las noticias había que buscarlas en los rincones de las páginas menos leídas.

Eso a Natalia no le importaba, abrió el diario del Domingo y buscó en cada sección. Ella seguía cada novedad sobre esa tribu aislada recién descubierta en el Amazonas con la misma pasión que sus compañeras de clase seguían la telenovela de las 21:00.

Es que para aquella estudiante de preuniversitario que dudaba entre sus ganas de estudiar Antropología y las presiones familiares por seguir carreras más “útiles” esa noticia había sido una especie de liberación. Estudiosos del tema (¿en el futuro serían sus colegas?) hablaban en televisión, se abrían foros para que el público opinara y la gente “común” discutía sobre si había que ir al encuentro de culturas o dejar en paz a aquellos recien “descubiertos”.

Natalia, sin embargo, no participaba en aquellas discusiones que le parecían infantiles. Ella sabía que el tema era mucho más delicado y que había que alejarlo del maniqueísmo que hablaba por un lado de los “blancos invasores” y por otro de los “primitivos asesinos”.

2.

Se había interesado por el tema mucho antes que el común de la gente. Desde que comenzaron a llegar las primeras noticias de aquel satélite que descubrió las comunidades indígenas aisladas, ella estuvo atenta. El descubrimiento había sido suficientemente interesante como para que los científicos se pasaran casi una semana espiando cada movimiento en las aldeas. Y, al octavo día, la noticia llegó a la gente común.

Llegó de la peor manera, en los canales amarillistas y en los pasquines de los domingos. Porque en aquellas aldeas además de cazar, recolectar, cocinar y comer se cometían lo que parecían ser crímenes rituales. Espantosos crímenes contra los más indefensos. Torturas, asesinatos públicos, vejaciones.

La polémica se instauró en los medios. Unos preguntaban ¿el mundo “civilizado” tiene derecho a imponer sus normas de conducta a estas comunidades? Los otros contestaban ¿alguien tiene derecho a matar y torturar indefensos porque se lo considera parte de su “acervo cultural”?

3.

La primera reacción del gobierno fue enviar de inmediato una expedición que impusiera a los salvajes el orden de la sociedad civilizada. Sin embargo, al paso de los días la gente se fue olvidando y el gobierno prefirió evitar acciones militares en un territorio lejano de los centros de poder pero demasiado cercano a países limítrofes. Después de todo, este no había sido un buen año para la política exterior.

Por eso, cuando Natalia encontró finalmente la crónica que buscaba, esta sólo mencionaba que se había conformado una expedición científica que enviaría “señales” a las aldeas. La idea era no intervenir en sus vidas pero a la vez advertirles, de alguna forma, de la existencia de un superior gobierno que no les permitiría proseguir con los horrendos crímenes.

4.

Natalia reaccionó con desesperación. ¿Señales? ¿Qué tipo de señales? Necesitaba más explicaciones pero aquello ya no era de importancia para la prensa. La tercera sección del diario ocupaba más espacio en hablar de una nueva y extraña estrella variable recién descubierta o de los mecanismos para desarmar un peligroso enterradero ilegal de basura nuclear. Además, la tercera sección era la más pequeña.  La primera y segunda estaban dedicadas a la política, el deporte y otras cosas verdaderamente importantes.

5.

Hubo de esperar casi un mes para saber algo más. Otra escueta nota relataba el fracaso de los intentos de comunicación con los salvajes y la certeza de que nuevos asesinatos rituales habían ocurrido. Durante ese mes el asunto del enterradero nuclear había saltado a la primera sección del diario cuando un accidente provocó decenas de muertos y la dispersión de radiación en una amplia zona. Los grupos ambientalistas pedían suspender los trabajos pero los gobiernos aseguraban que se podía proseguir sin peligro. Con respecto al tema de la nueva estrella se había convertido en un rompecabezas para los astrónomos. Había surgido inesperadamente y variaba en patrones inexplicables. Algunos fantasiosos sugerían incluso que en esos patrones había un mensaje.

6.

La última vez que Natalia escuchó algo sobe aquellas tribus éstas probablemente ya no existieran. La televisión le informaba que, respondiendo a las presiones, los militares habían entrado en su territorio e impuesto la civilización. ¿Había habido muertos? ¿Qué futuro les esperaba a los ex-salvajes? Nada explicaba el noticiero. La preocupación seguía estando en la basura nuclear.

Natalia miró a través de su ventana y demoró en ubicar la nueva extraña estrella. Desde hacía unos días brillaba cada vez menos y pronto sería solo un recuerdo.
Señales, pensó. Nosotros tampoco entendimos las señales

7.

En algún lugar en el espacio, alguien también perdió la paciencia. No se podía dejar el planeta tierra en manos de una especie tan descuidada. Si no habían entendido las señales, peor para ellos. Era hora de actuar.

viernes, 3 de junio de 2011

Muerte y vida

“Las radiaciones me están matando y las sustancias químicas destruyen mis células a cada momento. He peleado valientemente y casi lo logro. Sin embargo estoy derrotado. El nuevo veneno de hoy es muy poderoso. Este cuerpo ya no es mío, debo asumirlo.”

Estas fueron las últimas palabras del cáncer de José antes que de que a José le dieran definitivamente el alta.

domingo, 29 de mayo de 2011

¿errores?

Termino el relato, rápidamente apretó "intro" y lo envió al concurso. Cuando lo releyó, vió que el autocorrector de su ordenador le había cambiado una palabra y con ella el sentido del cuento. Desesperado, quiso editarlo, cambiarlo, borrarlo. Nada de eso era permitido por el reglamento del concurso. El relato que él no quiso publicar estuvo entre los finalistas. Cuando llegó el próximo concurso decidió escribir sin pensar pero con el autocorrector habilitado.